Hace un par de domingos (en realidad ya era lunes) estuve viendo el partido de fútbol entre España y Brasil a pesar de quedarme sin algunas de mis preciadas horas de sueño. Aparte de la derrota, que prefiero no comentar, hay un par de detalles que me llamaron la atención y que tienen mucho que ver con cómo las personas (y las organizaciones) se enfrentan a los cambios del entorno.
En primer lugar, y en claro contraste a lo que sucedió ante Italia, España no pudo (o no supo) cambiar su estrategia a tiempo para adaptarse al entorno. Aun viendo que su "centro de producción" (Xavi-Iniesta) no funcionaba, no hicieron nada efectivo para cambiar. Por otro lado, tampoco hubo anticipación o análisis previo, ya que España salió a jugar como lo hace siempre, sin tener en cuenta que las condiciones (del ambiente y del rival) iban a ser diferentes a lo habitual.
En la mayoría de las empresas, hoy en día, ocurre algo similar. El mercado cambia vertiginosamente, nuestros clientes evolucionan a gran velocidad, nuestros trabajadores, en cambio, se acomodan y se crean vicios o simplemente no están preparados para soportar estos cambios radicales que se nos vienen encima a corto plazo (o que incluso ya los tenemos encima).
Es importante que las empresas mantengan un espíritu proactivo ante el cambio, a través del cual se vayan haciendo pequeñas modificaciones a lo largo del tiempo. Por ejemplo, nuestro seleccionador nacional, hace ligeras alteraciones de su equipo adaptándose a las circunstancias de cada torneo y al estado físico de los jugadores. Pero es tanto o más importante, darse cuenta de cuándo hay que hacer un cambio reactivo. En oposición al cambio proactivo, en el cambio reactivo es fácil saber lo que hay que hacer con buen análisis previo (del entorno de nuestra organización, de nuestras capacidades, etc.), pero es más difícil hacerlo. Es más lo que hay que "desaprender" que lo que hay que aprender. Suelen ser traumáticos y conllevan costes y desgaste con las personas. Además es muy importante que se identifiquen claramente tres figuras en este proceso de cambio: un estratega que defina el camino a seguir, un agente que se encargue de implementarlo (el agente puede venir de dentro o de fuera de la organización en base al perfil que sea necesario en cada momento) y unos receptores. En el caso del fútbol el cambio reactivo dura no más de 90 minutos.
Bajo estas circunstancias de cambio reactivo es necesario que la nueva información que se lanza a los receptores esté claramente diferenciada de la antigua. De no ser así ocurre lo que ya en 1957 León Festiger definió como la "Disonancia Cognitiva" que no es más que la acumulación de los conflictos internos que surgen en las personas por las tensiones entre dos ideas bien diferenciadas. Esto se puede evitar, tanto en las empresas como en el fútbol, a través de actos significativos que refuercen las nuevas ideas necesarias para adaptarse a los cambios radicales del entorno.
Estoy seguro de que Vicente del Bosque sabía que las condiciones ambientales en Maracaná iban a ser muy hostiles y posiblemente preparó al equipo mentalmente, pero tras el primer gol (nada más empezar el partido) y tras ver que Brasil no iba a dejar jugar a España como ésta lo hace siempre, un cambio reactivo y rápido hubieran obligado a Brasil a cambiar su estrategia y posiblemente no hubieran sido tan efectivos. Lo bueno del deporte es que el año que viene tenemos una nueva oportunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario